El 28 de enero tuvimos la visita en el colegio de Miguel Aranguren, escritor y creador del proyecto Excelencia Literaria, introducido entre los últimos cursos de Secundaria y Bachillerato. A través de un libroforo y talleres de escritura de relato breve y artículo de opinión se adentraron en el fascinante mundo de la creación literaria. Una cita que no queda ahí, ya que el objetivo del mismo es que los alumnos se acerquen al proceso literario de la mano de un novelista. Así pues, tienen la ocasión de recibir algunas clases sobre escritura de textos literarios y orientación por parte del propio Miguel Aranguren. Además, aquellos que estén interesados pueden publicar sus trabajos y presentarse al encuentro amateur de escritores en la Universidad de Navarra, las Jornadas de Excelencia Literaria, que esté año tendrán lugar del 26 al 28 de marzo.

La evolución en escritura de los alumnos inscritos a este programa es muy buena. El profesor y jefe del departamento de Lengua, Eduardo Herrero, lo expone de la siguiente manera:

 

Munabe y Excelencia Literaria: sinergia y endorfina

 

“Como profesor de Lengua en Munabe son varios los estados de ánimo que me ocupan a lo largo del año. Si bien no soy propenso ya a los excesos emocionales de la juventud, sí que es cierto que esa denominada inteligencia emocional pasa por distintas fases durante el curso. Sin ánimo de caer en lo testimonial, gracias a un alumno poco proclive, en principio, a los derroteros literarios, recientemente sufrí un pico de euforia, comedida eso sí, pero euforia al fin y al cabo. ¿Quién en esta profesión no necesita de vez en cuando un poco de endorfina para docentes, algo de cortoplacismo positivo, su montañita rusa? Ahí va mi dosis, prescrita por Miguel Ruíz, alumno de 2º de Bachillerato y nueva incorporación al programa de Excelencia Literaria. Aquí les comparto mi montañita”.

 

Una montaña rusa

(por Miguel Ruiz, 2º Bachillerato)

¿Qué hay mejor que salir una noche del pabellón sabiendo que lo has dejado todo en la pista? Pocas sensaciones son tan reconfortantes como la de después de un buen entrenamiento. Me siento fuerte y confiado, al pensar en el próximo sábado, cuando yo y mis camaradas marcharemos, como si de la legión se tratara, a enfrentarnos al enemigo. Se me dibuja una sonrisa tonta en la cara, cuando visualizo en mi mente la batalla que viviremos el fin de semana. Pocas cosas en la vida me producen este tipo de sensaciones.

Pero no olvido que tengo 17 años, aún tengo otras obligaciones además del baloncesto, que por ahora solo cumple la función de hobby. Innumerables son las noches que llego a mi casa pasadas las 12 con un único objetivo: dormir. Pero siempre está ahí, ese pequeño ayudante que todos tenemos en la cabeza que me empuja a hacer lo correcto. Así que, aún estando física y mentalmente devastado, reúno fuerzas de donde no quedan, y me pongo a “chapar”. Aún así sólo de pensar que al día siguiente volveré a estar botando la pelota junto a mis compañeros siento la fuerza suficiente para acabar con mis obligaciones escolares y afrontar un nuevo día, siempre con el pensamiento de que por la tarde toca entrenar otra vez.

Llega el viernes, comienza el fin de semana y los “colegas” ya hablan de salir por la noche. No se cuántas veces he escuchado la misma frase: “Venga Miguel que hoy salimos todos, seguro que el entrenador no te dice nada”. A lo que siempre respondo: “Ya sabéis que si tengo partido no puedo salir, tíos, lo siento”. Duele, y mucho, saber que tus amigos se van de juerga y a ti te toca quedarte en casa preparando el partido del sábado. Me suelo sentir triste y decepcionado con el baloncesto, porque me priva muchas veces de salir a pasármelo bien con mis amigos. Pero luego me vuelve el pensamiento positivo, al pensar que mañana hay pelea. Se me vuelve a poner la sonrisa de pillo, de genio, al pensar en las diabluras que le haré mañana al base contrario.

Alegría, cansancio, fortaleza, satisfacción, tristeza, decepción, euforia. Todas estas sensaciones me produce el deporte. Para mí el baloncesto es eso, una montaña rusa de emociones.