Del 16 al 21 de febrero tuvo lugar la convivencia en París de 1º de Bachillerato. Una estancia de lo más fructífera a nivel de relación entre el alumnado, de estrechar lazos entre los compañeros, y cultural, que comenzó con una visita a la Tour Eiffel. El profesor Eduardo Herrero resume la estancia en las siguientes líneas.

 

Bajo el cielo plomizo de Versalles escribo estas líneas. Entre una masa de turistas de la que formo parte, sin distinción. He cruzado las distintas salas, monumentales, suntuosas, que testifican la grandeza de Francia. Pero me paro en una plagada de retratos de altos mandos militares y pinturas bélicas. Tanta magnificencia marcial aturde, aunque llama mi atención un lienzo sobre tabla de la batalla de Austerlitz. En él un soldado francés malherido parece que solicite levantarse, y un compañero extiende su brazo para aferrarlo y marchar. Todo es caos y el azar de la guerra. Todo dinamismo y una dramática visión de la épica. Y entre el ruido, el humo, la sangre y el pavor pienso en esos dos compañeros de armas, únicos entre la muchedumbre dentro y fuera del cuadro que se miran a los ojos, humanizando la mirada, dejando constancia de su recuerdo en mí, y traspasan el tiempo y el espacio para acabar en estas líneas de las que levanto la vista para buscar a mi compañero, que encabeza la marcha de pelotón con 37 cadetes. Él es la vanguardia, cierro el grupo yo. No hay épica en nuestro gesto, tan sólo la digna vocación de acompañar a 37 jóvenes en este viaje iniciático.

En esta marcha diaria de 15 kilómetros por París, destaca la claridad de sus fachadas, la bandera ajena, las distintas pieles de distintos colores, los acentos y las lenguas, el olor a especias y a pan recién horneado. Destacan las gentes de París y los foráneos, y entre estos últimos, un grupo de 37 jóvenes que cantan, sonríen, bromean y juegan, ajenos muchas veces, a que el profesor Delaire y el profesor Herrero decidieron capitanear esta expedición para ver con otros ojos el mundo, recorrer París con la mirada de un alumno de Munabe, y dejar rastro en la memoria de cada cual. Como el instante que recuerdo viendo una pintura en Versailles, ampliación del campo de batalla.